Veo al horizonte como se funden cielo y mar
El sol parece tu piel dorada acariciar
Con solo verte mi respiración se comienza a acelerar
Me observas sensualmente y te empiezas a acercar
Todo tú, pareces un majestuoso pirata inmortal
Recostada a tu lado en la arena
Con gotas de agua salada como vestimenta
El deseo me invade y siento como si ardiera
Besas mis labios como una suave brisa marina
Pero alteras mis sentidos de forma que ni te imaginas
Comienzas a crear un mapa del tesoro en mi cuello
Trazando complicados senderos de fuego
Que atraviesan el valle de mis senos
Llegando a los lugares más recónditos de mi cuerpo
Asaltando con tu lengua sin miramientos
Vas saqueando cada uno de mis tesoros prohibidos
Descubriendo cada secreto escondido
Robando en cantidades besos y gemidos
Llenándome de un placer exquisito
Navegando en la humedad de mí deseo henchido
Llevándonos a una simultanea culminación
Como ninguna otra que hayamos vivido
CJJF
El sol parece tu piel dorada acariciar
Con solo verte mi respiración se comienza a acelerar
Me observas sensualmente y te empiezas a acercar
Todo tú, pareces un majestuoso pirata inmortal
Recostada a tu lado en la arena
Con gotas de agua salada como vestimenta
El deseo me invade y siento como si ardiera
Besas mis labios como una suave brisa marina
Pero alteras mis sentidos de forma que ni te imaginas
Comienzas a crear un mapa del tesoro en mi cuello
Trazando complicados senderos de fuego
Que atraviesan el valle de mis senos
Llegando a los lugares más recónditos de mi cuerpo
Asaltando con tu lengua sin miramientos
Vas saqueando cada uno de mis tesoros prohibidos
Descubriendo cada secreto escondido
Robando en cantidades besos y gemidos
Llenándome de un placer exquisito
Navegando en la humedad de mí deseo henchido
Llevándonos a una simultanea culminación
Como ninguna otra que hayamos vivido
CJJF
1 comentario:
¡Cuidado!, podría ese pirata el cuellus morderte.
¡Oh, pequeña bella sílfide que vistes de lágrimas vestimentas! Desearía este humilde desconocido arder bajo las ardientes llamas que condensan tus rabiosos labios y morir eternamente pues sólo por un instante.
Mas ahora, debo retirarme. Pues podría este finado el corazón desgarrarte. Y aquí, dulce criatura, no es aquella mi desdichada intención; mas sí lo es el límpido hecho de otorgarte ésta pequeñita bolsita de polvo de hadas. Porque he visto que no yacía ninguna por aquí . . ., y eso me produjo, una incesante, hasta ahora, tristeza.
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